Ser testigo y protagonista de una de las pandemias más complejas de los últimos 100 años, sin duda que cambió todo: nuestro entorno familiar, sanitario, laboral y económico. En fin, todo.
Y los cambios llegaron para quedarse. Desde lo más básico como una videollamada hasta complejos sistemas para encriptar transacciones electrónicas, ventas online o accesos a información a distancia.
De golpe, afectados por el COVID-19, debimos seguir funcionando, operando a distancia, respetando los confinamientos y haciéndonos cargo de producir telemáticamente. Tecnologías como Inteligencia Artificial, Cloud (Nube), Automatización, Internet de las cosas IoT, Ciberseguridad, Blockchain, entre otras, comenzaron a mencionarse con mayor frecuencia para asegurar la continuidad de muchas industrias, negocios, inclusive en la producción de vacunas contra el virus. En fin, en pocos meses, muchos debimos subirnos a este carro.
Lo que planificamos para meses o quizás años de transición tecnológica, se aceleró. Las familias debieron correr a usar Zoom, Teams, Meet (o cualquier otra) para conectarse con el trabajo o el colegio de sus hijos; industrias sin importar su naturaleza también tuvimos que correr y revisar nuestros planes de contingencia para intentar mantener nuestros negocios. Así lo demuestran estudios internacionales y de consultoras como Twilio Comunicación Digital, Salesforce, Deloitte, PWC, entre otras, o el mismo Club de la Innovación en Chile, que coinciden en que la Pandemia aceleró entre 5 y 6 años la transformación digital de diferentes industrias.
Es decir, en pocos días nos pusimos a prueba, y tal como en la Teoría de la Evolución, están sobreviviendo los más fuertes, quienes pensaron sus negocios con foco en el futuro, más que en el aquí y en el ahora. Ese quizás sea el principal aprendizaje de esta pandemia: ir uno o dos pasos adelantados, corriendo al unísono con la tecnología, pensándola como una aliada para todo evento, no como un gasto sino como una inversión; no como un lujo sino como una necesidad creciente, como el gran partner post Covid.
Junto con ser el primer desafío, este quizás es el primer peldaño que debemos sortear para luego comenzar a ser competitivos, agregando valor a nuestros productos, optimizando recursos y reorientándonos hacia un cliente también mucho más digitalizado, consumidor de las nuevas tecnologías y conocedor de sus beneficios. Por ejemplo, en nuestra Compañía el 50% de las sucursales son virtuales, y gracias a la digitalización hemos logrado estar en modo teletrabajo, desde marzo, atendiendo sin deterioro en el servicio para clientes o intermediarios.
Así, industrias “tradicionales”, como la de los seguros, deberán dar un gran paso para empoderarse en su rol como agente reactivador de la economía, desanclándose de los papeles, de las revisiones presenciales o de las rígidas pólizas que conocemos. Por el contrario, tendremos que avanzar en acercarnos más a nuestros clientes, ponerlos en el centro, y tal como si fuésemos el mejor sastre, ofrecerles “trajes a la medida” en base a datos y a las bondades que entregan las nuevas tecnologías disruptivas.